Hoy es el día de los
enamorados. De modo y manera que hay un montón de gente que reservó mesa en un
restaurante caro, violinista para que toque, velas, etc. y la invitada es la
señora a la que no la invitaban a cenar hace un año. Otros compran flores, las
esconden en la casa (para sacarlas después de la medianoche) y más de los que
nos gustaría compraron un anillo de diamantes para solicitar matrimonio. Los
comerciantes no compraron nada y sólo venden y se llenan los bolsillos. Lo mismo
hacen en el día del niño, en el día del padre, en el día de la madre, en el día
del amigo, etc., (el año está lleno de estos días) y la cara de huevón no me la
quita nadie y mañana voy a amanecer más pobre pero feliz. ¿Cómo entiendo esto? El día del padre nos regalan una cortadora de
pasto o el milésimo par de calcetines. Mi esposa me invitó al cine, le dije que
no quería salir y, con una tremenda cara de alivio, me dijo: “Yo tampoco”.