Anduve por la Casa de Cena, último reducto de los
viejos bohemios que se van con nuestra generación. Fui con Jaime C. uno de mis
amigos bohemios del tiempo lindo. Pedimos una coca cola ligth, para cada uno, y
estuvimos hablando de enfermedades y medicamentos (¿?). Todavía queda un trío
de viejos que cantan y un bandoneón lleno de nostalgias. Había muy poca gente y
no estaban las mariposas nocturnas que nos alegraban la noche. Me dio un poco
de pena saber que el mundo que ando buscando, y que un día se perdió, no está
por ninguna parte. Pero voy a seguir en el empeño hasta que yo también me
pierda. Pasó el tiempo y no nos dimos cuenta porque nuestros mejores años los
pasamos aplastados por la bota militar.