Ya casi estamos a tiro de cañón para que
empiece a funcionar el famoso Plan Transantiago, que va a revolucionar la
movilización colectiva de nuestra agitada ciudad capital.
He escuchado un montón de comentarios
adversos respecto de este asunto y siento a mi gente un poco venida a menos
cuando descalifica algo bien planeado y útil para todos.
Yo he viajado el mundo y sé que funciona,
pero los chilenos santiaguinos parecen no tenerle ninguna fe al asunto.
Parece que no entienden que el desarrollo
exige amoldarse a nuevos métodos y prácticas distintas. Todo no puede seguir
funcionando como hace cincuenta años, o
más. Los taxistas no pueden andar todo el día manejando, para ganar apenas lo
suficiente para la letra del auto y el sustento de la familia.
Los choferes de las micros no pueden seguir
lidiando con los boletos, el semáforo, el otro micrero que lo pasó y le va a
quitar los pasajeros, el boleto de la típica señora que no encuentra la plata
en la cartera, el carabinero que lo acecha para cursarle una infracción, el
semáforo que está por cambiar de nuevo a rojo, el vuelto de la señora que no
sabe dónde meterlo porque la cartera se le cerró, el estudiante botado a choro
que raya sus garabatos y no le da el asiento a nadie, el delincuente que se
subió a robar, el guitarrista que se subió a tocar, el vendedor de dulces, etc.
No es correcto que queramos salir a la hora
justa para llegar siempre atrasados. Lo correcto es levantarse un poco antes,
viajar a velocidad moderada y llegar a la hora a nuestros destinos.
Ya está bueno de atravesar la calle, en medio
de los autos y en mitad de la cuadra.
Estos tremendos buses que parecen acordeón no
molestan, están hechos así para prestar un mejor servicio y eso van a hacer,
siempre y cuando entendamos que hay que tener monedas para movilizarse y que no
debemos exigirle al chofer que corra como loco porque salimos tarde de la cama.
¿Cuesta tanto cooperar para que nuestra
ciudad funcione mejor? ¿Qué le cuesta a un peatón mantener unas monedas en el
bolsillo para la movilización diaria? ¿Le costará tanto entender que eso
contribuye a una mejor vida?
Ya es hora de que nos ordenemos y tomemos
nuestras responsabilidades como habitantes de una ciudad, a la que debemos
cuidar y no sólo dejarle ese trabajo a las autoridades, que harto tienen que
hacer intentando que nos pongamos a la fila y no nos acolchonemos para
cualquier trámite.
Me gusta que mi país progrese y me gusta
decir MI PAÍS, en medio de tantos que dicen ESTE PAÍS, como si fuera de otros.
Es verdad es que el mundo es ancho y ajeno,
pero nuestro país nos pertenece y el Transantiago también.
Cuidemos la idea, cuidemos los buses,
cuidémonos nosotros, cuidemos nuestra ciudad, nuestro país, nuestro desarrollo,
nuestro futuro.
Mañana nos vamos a sentir orgullosos de vivir
en orden, aunque eso nos exija un tiempo de acostumbramiento.
Nada se puede hacer de la noche a la mañana,
así que no despotriquemos contra el plan de movilización; es moderno, limpio y
eficaz.
Si en todas partes ha dado resultados ¿por
qué aquí no? ¿Somos tan tontos como para
que no funcione?