miércoles, 30 de diciembre de 2015

017.- EL TELÉFONO

Alguien inventó este aparato, alguna vez, quizá con la inteligente idea de comunicarnos los unos a los otros no importa la distancia.
La idea no era mala pero el hombre, en su afán de complicarse la vida, terminó por hacer del teléfono parte de su calvario diario que es en lo que ha convertido su vida vaya a saber por qué oscuro designio.
Antiguamente uno “le daba manija” al teléfono, levantaba el auricular y una voz femenina le contestaba y uno le decía el número del aparato con el que quería comunicarse y ella metía una clavija en un agujero, de un panel lleno de ellos, y uno quedaba comunicado.
Muy pocas veces se equivocaba de agujero y lo dejaba a uno hablando con cualquiera, que nada tenía que ver con nuestro objetivo al llamar.
Lo más complicado era que la telefonista escuchaba nuestras conversaciones, así es que era una especie de “sábetelas todas” de la comunidad.
Pero eso tenía ventajas y desventajas, porque como ella conocía toda nuestra vida, a veces cuando olvidábamos algo podíamos recurrir a esta desconocida dama que nos sacaba del apuro y nos preguntaba cómo estaba la familia, si se había mejorado la señora, etc.
El teléfono era negro y había muchos cuentos graciosos al respecto:
“Nació una guagua y era tan fea que cuando la enfermera se la llevó a la madre le dijo: Déjela sobre el velador, si suena es teléfono…” etc.
Nadie concebía un teléfono de otro color y siguió siendo negro por mucho tiempo. Hasta que apareció sin manilla, sin telefonista y con una especie de disco, con agujeros, donde había números del uno al cero, y uno tenía que poner el dedo en el número correspondiente, dar la vuelta a todo el disco, repetir la maniobra tantas veces como números fueras a “marcar” y quedabas comunicado.
A veces, y sin darte cuenta, metías el dedo en el agujero que no correspondía y quedabas comunicado con cualquiera menos con quien te interesaba:
“¿Aló? ¿Estará el Sr. alcalde?
No ha llegado todavía.
¿A qué hora irá a llegar?
No lo sé Sr.
Pero… ¿irá a llegar?
Sí Sr. de que va a llegar va a llegar pero no sabría decirle cuando.
¡Cómo! ¿Acaso no va a llegar hoy?
No lo sé Sr. Tal vez. A lo mejor llega hoy, la próxima semana, el próximo año, no sabría decirle, pero de que va a llegar no le quepa la menor duda.
Disculpe ¿Con quién hablo?
Con el Cementerio General”.
Un día apareció el teléfono blanco, después uno azul, uno verde, los “raros” inventaron uno rosado y de pronto, casi sin darnos cuenta, se había transformado en digital.
No tenía disco y sólo había que apretar unos botones donde aparecían los números y los había de todos los colores y formas.
Había teléfonos zapatos, teléfonos plátanos, teléfonos sándwiches, teléfonos coca cola (era que no), teléfonos lápices, teléfonos autos, etc.
Hasta que, en algún macabro momento, estuvimos “en línea” y el teléfono comenzó a operar de otra manera.
¿Aló?
Ud. se ha comunicado con la empresa Guatapique Niqueguata Ltda. Si desea información general marque el número 1. Si desea comunicarse con la oficina de ventas marque el número 2. Si desea comunicarse con el departamento de reclamos marque el número 3. Si desea conocer su saldo marque el número 4. Si desea abonar a su cuenta marque el número 5. Si desea comunicarse con un ejecutivo marque el número 6 y si desea volver al menú general marque el cero”.
Y uno espera todo ese rato para marcar el 6 y entonces una voz dice:
Nuestros ejecutivos están ocupados y no pueden atenderle en este momento, sírvase esperar en línea.
Y uno espera escuchando una música infernal, que debe haberla elegido un sádico de mierda y, después de un rato de espera, Tuuuuut Tuuuuuut Tuuuuuuut Tuuuuuuuut y todo de nuevo”.
Actualmente, además de ese maravilloso servicio, tenemos el “teléfono móvil” al que nosotros, en nuestro país, llamamos “celular”.
Entonces andamos hablando solos y en los ascensores, cuando suena la llamada de uno, todos meten la mano al bolsillo y sacan el suyo, por si acaso.
Los que manejan automóvil lo hacen con una mano, porque con la otra van hablando por teléfono, y los accidentes de tránsito se multiplicaron, no por arte de magia precisamente.
Llegó la computación y ahora el teléfono móvil canta, baila, se ríe como huevón, habla, te dice que te ama, se conecta a la Internet, recibe correos, envía mensajes, se puede ver televisión en él, etc.
Después, y como si fuera poco, apareció el “Blue Talk” (o algo así) que es un aparato que se pone en la oreja así es que todos andamos, como huevones, hablando solos por la calle y ni siquiera se nos ve teléfono alguno por ninguna parte.
De repente vamos a volver al teléfono con manija porque no se me ocurre algo que pueda reemplazar esto, como no sea la comunicación telepática.
No voy a hablar de los llamados “teléfonos públicos”, que empezaron con fichas que había que meterles en una ranura, después con monedas y, a veces, los instalaban tan altos que los chicos estaban “fritos” y no podían hablar porque no alcanzaban a meter la moneda y además estaban siempre muertos de hambre (los teléfonos, no los chicos) porque cuando se les antojaba sencillamente se “tragaban” tu moneda y no te comunicaban con nadie.
Si siguiera con las “cabinas telefónicas”, o con los “Centros de llamados”, este sería un cuento de nunca acabar y lo único que quiero es terminar de escribir aunque no puedo evitar recordar el tiempo cuando el auricular era como un tubo negro que había que ponerse en la oreja y…
Después le agregaron botones nuevos: un gato, un asterisco, un redial, uno que te comunica instantáneamente con los teléfonos que programaste, otro que le da volumen al auricular y otro a la campanilla, etc.
También le agregaron letras a los botones numéricos, de modo que mi teléfono vendría siendo el KKOXXCZ, lo que no es tan malo ya que hay otro que se llama BIGCULO que es bastante peor.
“¿Aló?
Señorita, ¿Por qué me están cobrando una cuenta tan alta por mi teléfono móvil si casi no lo he ocupado?
Lamentablemente Sr. debo informarle que quizá le intervinieron el número y alguien lo está utilizando fraudulentamente y por eso el valor de dichos llamados aparece en la boleta del móvil de su propiedad. Gracias por llamar”. Tuuuuuuuut, Tuuuuuuuuut, Tuuuuuuuuut.