Estuve mirando un
rato el Festival de Viña y me aburrí. Entonces me acordé de los tiempos en que
Chile se paralizaba a la hora del Festival y toda la familia se reunía en torno
al televisor. Era un programa familiar y la competencia de canciones era muy
importante, tanto que la gente llegaba a la Quinta Vergara sabiéndose las
canciones de memoria (porque se habían difundido por la radio) y tenía sus
favoritas y gritaba y aplaudía por ellas. Hoy parece que poca gente se interesa
por tan magno evento donde la competencia no le importa a nadie y son más
famosos los presentadores que los artistas. Y a propósito de presentadores,
¡Qué linda es la soledad Onetto! pero que poco cálida. Se ve como demasiado de
plástico. Parece muñeca barbie… de plástico… pero de que es linda, es linda. No
me gusta el Festival de ahora. Ni siquiera me gustó Santana y a Serrat lo
encontré “ahí nomás”. Su poesía es espectacular pero él ahí nomás. No pasó lo
mismo que con Raphael, o Fabio, o Tom Jones que, viejos y todo, se subieron al
escenario y arrasaron con todo. El humor me dio pena, poco inteligente y
muuuuuuuuy predecible. Como las fiestas de colegio, antiguas. Pero eso debe ser
lo que hace reír hoy. No me gustó el Festival pero en gustos no hay nada escrito…